lunes, 28 de noviembre de 2011

Confesiones de un hombre lobo.

¿Esta encendido esto?
Ok, entonces empecemos.

Ser un hombre lobo, en esta época, no es fácil.
Todo lo que se ha dicho y mostrado por los medios es demasiado  “romántico” y nada realista, sobre todo si vives en una ciudad como esta.
Por ejemplo, uno no se transforma en un homínido o licántropo, no, te conviertes en un lobo (canis-lupus) y vives como tal mientras dura el ciclo de la luna llena – unos cinco días- y para quien quiera creerme no es del todo cómodo; en más de una ocasión me he  visto envuelto en situaciones muy embarazosas por ello.
Para empezar, tienes que alimentarte, ¿De acuerdo?
En el afán de no molestar a nadie y adaptarme  intente las croquetas, pero saben muy mal, después opte por las latas y aunque tienen más sabor no dejan de ser comida artificial – como esas hamburguesas de soya, ¡Puaj!- así que preferí dejarme preparado algo decente… pero el instinto pudo más y me lanzé a la calle.
No, no me comí a nadie. ¿En verdad creen que un lobo puede comerse a un humano así nada más, verdad?
De hecho mi primer impulso fue acercarme  a algún puesto de comida rápida, recordé que cerca de casa hay un “área gastronómica” bastante buena – cuando eres humano, debo aclarar-.
¿Alguna vez han corrido a un perro mientras comen tacos?
Entonces ya se imaginaran como terminó  mi incursión a tan exclusiva zona y así fue con muchas otras… el basurero puede llegar a ser todo un paraíso gourmet si saben buscarle.
Otro de los inconvenientes es el tránsito, nunca falta el conductor que te avienta el coche, aunque debo admitir que hay una extraña satisfacción cuando los persigues mientras les ladras improperios.
Una incomodidad más es cuando te agarra la lluvia, en verdad el olor a perro mojado no es agradable, aun para “nosotros”.
Un mito que me divierte es aquel de que somos unos amantes salvajes, nada más lejano de la verdad, a menos que seas zoofílico, lo malo de esos encuentros es que puedes terminar con pulgas y sarna, no tienen idea de lo difícil que es quitarse esas pestes.
Pero lo más triste es el sentido de la orientación; yo no sé qué es lo que pasa cuando uno está en ese estado que no se puede recordar el camino de regreso, por más marcas de orina que dejes, situación que solucione con este bonito collar, aunque sigo considerando lo del nombre… Solovino está muy choteado.
En fin, como ven esto del “hombre lobo” no resulta ser un buen negocio, a menos que los atraiga el andar desnudo por la ciudad, particularmente al regresar a la forma humana.
Los invito a pensársela antes de formar parte de la jauría; por cierto, casi lo olvido, no te transformas si te muerden, seriamos muchos si así fuera, pero tengo prohibido decir nada más al respecto, solo que es más fácil y sencillo de lo que imaginan.
Bueno, creo que han sido suficientes quejas por el día de hoy, solo me resta agregar a mi favor que es un placer aullarle a la Luna.
Aunque creo que tendré que rasurarme muy pronto.




Manuel Alexandro Suárez Bolaños
Marzo 2010

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